03 agosto 2022

Ofertas y demandas en Lavapiés

Dog-Smoking-Weed de Elizabeth-Brockway

Varios miembros de la Asociación de Camellos Independientes de Lavapiés, entidad representada mayoritariamente por rostros morunos, se nos acercaron a lo largo de los casi cinco minutos que tardamos en cruzar la plaza del barrio, para ofrecernos "chocolate, caballo y/o coca". Vale, son personas que pueden llegar a ser algo pesadas de tanto insistir, pero seamos honestos, es su manera de intentar integrarse en una sociedad que difícilmente les abre sus puertas y que sin remilgos les rechaza por su modo de ganarse la vida ¿Y qué otra cosa se les permite hacer?

Apáticas a los vicios que nos ofrecían, zanjamos el asunto con un "No, gracias". A cierta altura de la existencia las drogas son innecesarias, una ya vive colocada esnifando la generosa dosis de surrealismo y absurdidad que la realidad nos ofrece cada día. Sin moros en la costa, nunca mejor dicho, continuamos rumbo a uno de los bares de la zona. A colación de las ofertas de elixires que nos acababan de hacer, Lola, mi amiga, me contó una llamada recibida por Pepe su marido, que es veterinario.

Una clienta llamó a la clínica desesperada porque Rubens, su caniche, estaba desganado y tirado junto a la estufa con el hocico reseco. Su dueña, preocupadísima y algo avergonzada, confesó que la noche anterior el cachorro, sin que nadie se percatara, se había comido una china de hachís. Pepe la tranquilizó asegurándole que lo único que podía hacer, además de dejarle un gran bol de agua, era esperar a que al perro se le pasara el colocón. Su relato quedó en suspense pues en la entrada al metro nos encontramos con un camión de la Funeraria Municipal de Madrid que iba a recoger un cadáver que yacía en las escaleras.

 "¿Quién ha muerto?, preguntamos al funcionario con una cándida curiosidad digna de un gato. El hombre, mirándonos con indiferencia, como diciendo '¡Quién os ha dado vela en este entierro!', nos respondió secamente "Un vivo" y sin más comentarios prosiguió con su trabajo.

Perplejas ante la rotunda veracidad de su respuesta nos metimos en "De coña", el bar al que estábamos yendo.

Oferta y demanda; realidad y ficción. Para poder morir hay que estar vivo, de otro modo es imposible. Para fumar un canuto es mejor no ser perro

 

30 mayo 2021

Solo se muere una vez... O no

 Mi segundo reportaje favorito hecho para El País Semanal en 2004. Recoge el testimonio de gente que vio a la muerte muy de cerca y siguió viva y pudo contarlo.










Uno de mis reportajes favoritos

Lo publiqué en El País Semanal en 1999. Todavía hoy sigue siendo uno de mis reportajes favoritos. No tiene desperdicio.





 

03 mayo 2021

Papeletas, papeles y papelones

Hasta ahora en España nunca habíamos "sufrido" unas elecciones más inoportunas, innecesarias, vergonzosas y barriobajeras como estas de Madrid. La crispación y los misiles que se han lanzado los candidatos, los unos a los otros, son mucho más letales para la democracia que las cartas con balas (anónimas y cobardes). Mañana, la sentencia que dicte la voluntad de los madrileños será determinante no solo para la persona que se haga con el trono de la Comunidad, sino por sus efectos colaterales: algún "tocado y hundido", algún "No me lo puedo creer" para bien y para mal, intuyo el desconcierto para todos -eso es lo malo que tienen las expectativas- y un "Vamos a la cama que hay que descansar (para que mañana otro u otra pueda gobernar"- de ciertos líderes nacionales. Pero lo peor que podría ocurrir es que si lo de anticipar elecciones funciona bien o excesivamente bien otros gobernantes se lancen a esta "bravuconería". La culpa de todo este galimatías del una elecciones innecesarias, la tiene Jordi Évole. ¡Cómo se le pudo ocurrir rescatar a José María Aznar de las catatumbas, desde donde apenas le oíamos y éramos taaan felices! Al abrir la caja de Pandoro -rayos y truenos- el genio megalómano se desmelenó para recrearse con el sonido de su propia voz y más a sabiendas de que contaba una nutrida audiencia. Como siempre, con ese goce que le da a José Mari repetir palabras una y otra vez, exhibiendo su arrogante sonrisa ladeada, dejó muy claro que sus sucesores básicamente son unos inútiles. Vino a decir que, como los okupas que destruyen los pisos donde se han instalado antes de abandonarlos, estos ilusos jovenzuelos sin chicha ni limonada, hicieron trizas el PP, la derecha unida y, ya que estamos, la sede de Génova, que él había consolidado, fortificado y lanzado al estrellato mundial. Ante tales afirmaciones podemos imaginar algunas reacciones. Pablo Casado, mirándose al espejo convencido, se habrá dicho en plan Mantra: "No se refiere a mí" mientras comenzaba a temblar como mi perro cuando le echo la bronca por haber destrozado un cojín. El problema de este líder -llamémosle así para darle ánimos- es que recuerda a la gelatina, se bambolea cuando se le agita: más a la derecha, venga al centro o incluso un pelín a la izquierda, pero no se mueve de su sitio aunque el postre vaya cayendo. En su futuro cercano se intuye un sutil declive que evoca al de Hernández Mancha, el siglo pasado, antes de extinguirse en el panorama político. La cucharada final la dará Ayuso, reparando el desagravio que sufrió la pobre Cayetana, al presidente del PP se le da de maravilla fichar dominatrix. Prosiguiendo con las anafilaxias que pudo provocar la entrevista de Aznar, Inés Arrimadas, negando con la cabeza, soltaría unos cuantos "Uy, uy y uy, la que se nos viene encima", para después lanzarse de inmediato a montar las trincheras. En cuanto a Vox les debió dar igual, ellos, en aquella época gloriosa del PP no habían nacido. Ahora existen y seguirán existiendo. Lo suyo es ser comparsa de Carnaval, les encanta hacer mucho ruido, mientras más ensordecedor mejor, así a ninguno se le pasa por la cabeza pensar. Lo suyo es molestar y ahora se lo están pasando pipa vomitando hacia la izquierda y contemplando el desplume sanguinolento de los polluelos de la derecha. Está claro, como en "Los Inmortales", solo puede quedar uno... O quizá UNA, esa señora que es un mix singular entre Cleopatra, Margaret Thatcher y Betty Boop. Un ser que nos ha enseñado de modo ejemplar el significado de la palabra "caradura", en su definición de desvergüenza, como por mantener un rostro de piedra tanto si llueve, como si hay un incendio o se le derrumba la casa. Hablo de Isabel Díaz Ayuso, esa mujer que ha decidido derrochar mis impuestos para reafirmar su ego. Ella sí, gracias al programa de Évole, tuvo una revelación: escuchó y acudió a la llamada del gran Aznarín, cual Renfield, el siervo de Drácula, al mandato de su amo, convocándola para acabar con el revoloteo de tanta mosca insignificante. Pero hay más actores en este lamentable sainete. Edmundo Bal, ese personaje descorazonado, como salido de un cuadro de El Greco que, que se pregunta una y otra vez: "¿Qué hace un chico como yo en un sitio como este?". Pero en el fondo está tranquilo, si todo sale como está previsto, retomará feliz su profesión como abogado del Estado, olvidará el Congreso e intentará no contarle a sus nietos nada sobre cómo un partido agonizante tras hacerse el harakiri le envió a la hoguera cual Juana de Arco antes de extinguirse definitivamente. Lo que llama la atención es que se presente a unas elecciones sin ánimos de ganar, cuando ya no tiene nada que perder, y decida regalar su enclenque dignidad para pactar con su verduga. Le toca a Unidas Podemos. Pablo Iglesias, el no humilde, ya no sabe qué hacer para recuperar el cariño que otrora le profesaban los suyos antes de ser un apóstata y compartir lecho y orgías con la Casta. Y así acabó: adicto a todas las bajas pasiones del poder contra las que despotricaba en aquel glorioso 15M. Si Carrillo o Anguita levantaran la cabeza... El chaval se ha quedado con un discurso bolchevique algo anacrónico para esta época. Entre pataletas y lloros para reclamar sus imposiciones, este Peter Pan que se piensa imprescindible, no sabe diferenciar entre gobernar o manifestarse en plan universitario ante el Gobierno del que forma(rá) parte. Con lo que le gusta salir en la tele y sobreactuar, ya sería hora de que dejara el testigo a otro miembro de su formación -muchos le superan ideológicamente- y se entregara de lleno a la famosología apuntándose a una apestosa tertulia televisiva. Más tarde o más temprano, su personaje mediático se agotará (ya se está agotando) y el hombre gris con delirios de grandeza que le empuja por detrás quedará en evidencia. Ángel Gabilondo me encanta: es culto, inteligente, educado y tiene buenas ideas, pero presentarse como cabeza del PSOE no es una buena idea. Yo cambiaría de Gabilondo, total todo queda en familia. Haría un enroque de Ángel el silencioso, por Iñaki el locuaz. El candidato actual ya está de vuelta, a dos pasos de su jubilación y por su experiencia no cuenta con el armamento de videojuegos necesario para lidiar con tanta pedantería inconsistente como la que hay en la guardería del Gobierno de Madrid. Ya se sabe: el que se acuesta con niños amanece mojado. La señora Monasterio, esa inmigrante cubana a la que no le gustan los inmigrantes, es un claro ejemplo de la veracidad del repelente latiguillo facha: "Calladita estás más guapa". No dice nada, porque no tiene nada que decir, pero habla sin parar cual la niña de El Exorcista escupiendo una barbaridad tras otra. La candidata de VOX me da vergüenza ajena como ser humano, como política y especialmente como mujer. Eso sí, es modélica a la hora de representar a los dirigentes más vulgares, mediocres y menos capacitados que hemos visto desde que estrenamos democracia. Y para despedir esta disección de papeletas, papeles y papelones, no queda Mónica García de Más Madrid. A mí me da que esta señora, con muy buenas maneras e intenciones, sólidos argumentos, cercanía y el talento de saber explicarse, podría dar un nuevo Carmenazo. Inspira confianza. Piensa. Se la ve persona como tu vecina, el farmacéutico o tu médica de cabecera, dispuesta a escucharte y colaborar en lo que haga falta. Pero reconozco que en el cierre del único debate que ha habido me chirrió su mensaje final dirigido, en primer lugar, a sus hijos. No me lo creí. Me pareció inducido, seguramente por sus asesores, forzado y lo peor de todo es que me recordó a la célebre Niña de Rajoy. En definitiva: lo que no soporto de la derecha es que ellos quieran imponer sus ideas prohibiendo las de los demás. Y lo que no aguanto de la izquierda, es que quieran imponer sus ideas, seguros de que ellos son los buenos de la peli y por eso tienen razón ¿Sabrán lo que es el consenso? La mayoría de nuestra clase política desconoce la diferencia entre lo esencial, lo importante y lo urgente. Lo URGENTE ahora es que todos vayamos a votar.

23 febrero 2021

El arte de insultar

 Ilustración que he tomado prestada de https://rolloid.net


Insultar a alguien es una pérdida de tiempo, por eso los mayores seres mezquinos, hipócritas, estafadores y demás entes infames y execrables de esta sociedad, no merecen mi odio ni por un segundo. No estoy por la labor de cederles una notoriedad que no se han ganado. Otra cosa es desearles lo peor de lo peor en un momento determinado, sin llegar a la obsesión. Por lo general la gente que provoca odio, si lo pensamos un poco, acaba dando pena.

Pero, si aún así estamos por la labor de odiar e insultar, e insisto en que es un desperdicio de energía, por favor, hagámoslo con elegancia. Y lo digo, no tanto por una cuestión de estética, sino para darle mayor relevancia, distinción, incluso buen gusto y, sobre todo eficacia a nuestro discurso. Pautas, todas estas, que brillan por su ausencia en los gargajos y salivazos resentidos y frustrados de Pau Rivadulla Duró. Imagino que una irreductible impotencia así como una inoperancia existencial, a lo largo de sus 33 años de vida, dieron  forma a este ser irrelevante conocido, muy conocido ahora, como Pablo Hasél. Llevarlo a la cárcel por lo que escribe y supuestamente canta, si a lo que hace se le puede llamar música, ha sido un fallo garrafal. Para empezar, por ser un atropello a la libre libertad de expresión y por despertar los fantasmas de una dictadura a la que, cada vez más, seres tan pensantes como el rapero quieren dar una nueva y grandiosa oportunidad. Luego, por regalarle en los medios de comunicación esos 15 minutos de fama que decía Warhol,  que ahora, gracias a las redes sociales, le pueden convertir en una celebridad estúpidamente crónica. 

Pablo Hasél.

Pablo Hasél, con varios antecedentes penales, no es digno de convertirse en mártir, ni es buen ejemplo de nada. Lo que sí queda claro a raíz de la repercusión de sus proezas, es que algo o muchísimos algos tienen que cambiar. Su detención ha encendido la dinamita en un almacén social repleto de jóvenes sin ilusiones ni expectativas, que de una manera u otra iba a estallar. Y ha explotado. El desmadre en las manifestaciones -que muchos individuos han aprovechado para distorsionar las protestas- es únicamente responsabilidad de nuestros gobernantes, pero tal como es usual en ellos, no reaccionan a tiempo. Sería penoso que una juventud desencantada y desorientada que está creciendo y formándose en este actual océano de futilidad, siguiera el vacuo ejemplo de este chico alimentado con frustración y resentimiento. Ya suficiente daño hacen los famosos de medio pelo fabricados en realitys

Ilustración de Felip Ariza que he cogido prestada de El Correo

 

Para concluir: yo a Pablo Hasel le condenaría a hacer un curso intensivo de educación básica, otro de música y finalmente alguno de escritura. Si vas a insultar, querido, hazlo para que te den un Nobel como a Cela, o imita a  gente como Pérez Reverte, que como académico de la RAE ostenta un salvoconducto. Hasta para insultar hay que tener arte. 

 

 

 

Ofertas y demandas en Lavapiés